viernes, 28 de marzo de 2008

Diario del viaje (2)


Excursión a Delfos.

4 horas, 4, de viaje para llegar al ombligo del mundo. O así llamaban los griegos a este lugar, Delfos (hay mucha magia por aquí, se nota en el aire). Hemos salido pronto de Atenas y hemos enfilado una autopista que nos llevó hasta Kastro. Desde aquí, por una carretera nacional, dirección Livadia, nos adentramos en las proximidades del Monte Parnaso (empieza a notarse la magia). La carretera se hace más estrecha conforme subimos estas montañas. Aquí está Delfos: una ladera hacia el sur, sobre un estrecho valle, olivos, cipreses... la fuente Castalia. En la parte alta del yacimiento se encuentra el estadio, el teatro, el templo de Apolo (foto) y los templos de las ofrendas de las diferentes ciudades. Junto a la carretera está el Museo. Aquí nos espera el Auriga de Delfos. Entramos. Se ha hecho la hora de comer y vamos al pueblo de Delfos. Al regresar al yacimiento... ¡han cambiado el horario de visita! (cosas de Grecia: debíamos haber consultado a la pitonisa como los antiguos griegos, en lugar de fiarnos de los folletos y los carteles). No podemos recorrer la parte alta, que sólo hemos visto desde lejos. Nos queda el tholos en la parte baja del santuario, que es espectacular (foto). Vamos: atravesamos lo que fue la casa de los atletas y caminamos junto a viejos olivos. Las ruinas del templo circular están delante de nosotros.... Es hora de volver. Otras cuatro horas de autobús, a las que sumamos la clásica hora de atasco a la entrada de Atenas. Regresamos al hotel y al poco estamos otra vez en la calle, en Psiri donde cenaremos (muchos toman gyros, tortitas rellenas de carne, y tyropitás, hojaldres de queso; otros prefieren las hamburguesas). Psiri es un barrio cercano a Plaka, muy animado de noche: restaurantes tradicionales, bares de copas, discotecas... Al hotel, que mañana será otro día (el de los museos).


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